Por J De J.
Extraido del periodico ACB de España
Investigadores comprueban cómo una
relación romántica produce alteraciones en áreas cerebrales relacionadas con la
recompensa, la motivación y las emociones
El amor romántico ha inspirado la
poesía, la música, los mitos y leyendas de la civilización durante miles de
años, pero en el último siglo también se ha convertido en un asunto de interés
para los científicos. Ahora, un equipo de investigadores chinos y
estadounidenses ha descubierto cómotener una relación romántica produce
alteraciones en la arquitectura del cerebro. El amor nos cambia, y nos
cambia de verdad.
Según publican en la revista Frontiers in Human
Neuroscience, la persona enamorada tiene una mayor conectividad
entre las regiones del cerebro asociadas con la recompensa, la motivación,
la regulación de la emoción y la cognición social. «El estudio proporciona
la primera evidencia empírica de alteraciones relacionadas con el amor en la
arquitectura funcional del cerebro», señala el autor principal de la
investigación, Hongwen Song, de la Southwest University en Chongquing, China.
Para llegar a esta conclusión, el equipo utilizó técnicas de
neuroimagen, en concreto imágenes de resonancia magnética funcional para
examinar las diferencias en los patrones de conectividad cerebral en cien estudiantes
universitarios. Los voluntarios se dividieron en tres grupos: los que estaban
enamorados, los que habían dejado de estarlo y los «solteros».
Los investigadores encontraron en el grupo de los enamorados un aumento
de la actividad cerebral en reposo en una zona llamada cortex del cíngulo
anterior del hemisferio izquierdo, lo que sugiere que este área del cerebro
está muy relacionada con el estado de enamoramiento.
El estudio descubrió un incremento de
la actividad en algunas áreas del cerebro de los enamorados
FRONTIERS IN HUMAN
NEUROSCIENCE
Sin embargo, la actividad cerebral en otra área en la profundidad de los
hemisferios cerebrales, el núcleo caudado bilateral, se redujo
significativamente en el grupo de los que habían dejado de estar enamorados.
Esta estructura del cerebro está asociada con la detección de recompensas, la
expectativa, la representación de los objetivos y la integración de la
información sensorial.
Curiosamente, los investigadores también encontraron en los enamorados
una mayor conectividad entre el cortex del cíngulo anterior del hemisferio
izquierdo con otras estructuras como el núcleo caudado, el núcleo accumbens o
la ínsula, una red cerebral asociada igualmente con la recompensa, la
motivación y la regulación emocional.
Según explican los investigadores, el aumento de la conectividad en
estas regiones del cerebro «puede ser el resultado de los esfuerzos frecuentes
(de los enamorados) para controlar su propio estado emocional, así como el
estado emocional de su amante, y ajustar estrategias cognitivas para resolver
conflictos a fin de mantener su relación romántica».
Además, el grupo enamorado mostró una mayor conectividad entre numerosas
estructuras relacionadas con la cognición social. «Estos resultados arrojan luz
sobre los mecanismos neurofisiológicos subyacentes del amor romántico mediante
la investigación de la actividad cerebral», subrayan los investigadores.
Si el amor siempre es difícil de disimular, parece que tampoco tiene
dónde esconderse ante una resonancia.
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