jueves, 28 de julio de 2016

LA «MALDICIÓN» QUE PERSIGUE A LOS ASTRONAUTAS QUE LLEGARON A LA LUNA





Las palabras de Neil Amstrong quedaron inmortalizadas a través de la transmisión vibrante de las televisiones en blanco y negro: «That's one small step for a man. One giant leap for mankind». La misión Apolo 11 conseguía, el 16 de julio de 1969, poner la bandera de los Estados Unidos de América en el Mar de la Tranquilidad, en la muerta superficie de la Luna, paraasombro del mundo y espanto de la Unión Soviética.
En los años siguientes, otras cinco misiones del programa Apolo llevarían a astronautas al satélite para estudiar el suelo, la seísmica, los campos magnéticos o el viento solar. En total, junto a Neil Amstrong, otros 23 astronautas viajaron a las profundidades del espacio durante el programa Apolo. Pero, tal como ha concluido un estudio publicado este jueves en «Scientific Reports», todos ellos pagaron un precio. Estos pioneros exploradores estuvieron entre los primeros humanos que quedaron expuestos a elevadas y continuadas dosis de radiación espacial. Y eso después se tradujo en una «maldición» que adquirió la forma de diversos problemas cardiovasculares.
«Sabemos muy poco sobre los efectos de la radiación espacial sobre la salud, y en concreto sobre el sistema cardiovascular», ha dicho en un comunicado Michael Delp, investigador de la Univesidad Estatal de Florida y autor del estudio. «Esto nos permite vislumbrar por primera vez cuáles son estos efectos adversos».


Walter Cunningham, del Apolo 7- NASA
 
¿Hasta dónde llegan estos efectos? El equipo de Delp descubrió que el 43 por ciento de los astronautas del programa Apolo fallecidos había muerto a causa de problemas cardiovasculares. Aunque en realidad solo 8 de los 24 astronautas había muerto, esta proporción de muertes por complicaciones cardiovasculares es cuatro o cinco veces superior a la que hay en astronautas que solo trabajaron en la Tierra o que se quedaron en la órbita baja, a salvo de las radiaciones provenientes del espacio profundo.
Para apuntalar más estos datos, Michael Delp hizo experimentos con ratones. Después de seis meses de estar expuestos a radiaciones similares, (un tiempo que es comparabale a 20 años humanos), los ratones comenzaron a sufrir problemas en las arterias que suelen llevar a arteriosclerosis. «Estos datas muestran que la radiación del espacio profundo es peligrosa para la salud cardiovascular», ha concluido Delp.


Alan L. Bean llega a la Luna durante la misión Apolo 12- NASA

Este estudio se incorpora a las propias investigaciones hechas por la NASAa raíz del programa Apolo, en las cuales ya se constató una pérdida de masa ósea y muscular en aquellos astronautas.
Actualmente, la NASA sabe mucho más acerca de los efectos de la vida en el espacio, gracias a una investigación continuada en la Estación Espacial Internacional. Aparte de los problemas ya mencionados, se ha descubierto que el sistema inmune y la flora intestinal se ven afectadas. Aparecen ciertos problemas de visión y puede haber mareos y cierta desorientación. Todo esto no solo aumentará lo que se sabe sobre la fisiología del organismo, sino que además será clave antes de enviar misiones humanas a las profundidades del Sistema Solar o más allá.

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