Una investigación sugiere la
posibilidad de que en planetas lejanos a estrellas la radiación espacial fuera
usada como fuente de energía por microbios similares a algunos encontrados en
la Tierra, y que viven gracias a la descomposición del uranio
Si hubiera que resumir mucho
cómo funciona la vida, se podría decir que hay seres vivos consumidores, que
obtienen la materia orgánica y los nutrientes de otros organismos, y seres
vivos productores primarios, que son aquellos que sintetizan su materia
orgánica por sí mismos. Entre estos, están por ejemplo las bacterias y las
plantas que son capaces de hacer la fotosíntesis y de obtener energía de la luz
del Sol, y también los microorganismos que pueden obtener la energía de algunos
productos químicos. Por ejemplo, hay bacterias capaces de respirar metales (en
vez de oxígeno) y usar como fuente de energía el hierro, el sulfuro de
hidrógeno, el hidrógeno molecular o el amoniaco.
Muchos de estos microbios
«extraños» que viven de estas moléculas viven allí donde no llega la luz, o
sea, en el subsuelo y en las profundidades de los océanos y los lagos. Suelen
ser microbios adaptados a condiciones extremas y muy particulares, y muchas veces
no crecen tan rápido como los afortunados que hacen la fotosíntesis.
Recientemente, los
investigadores se han fijado en uno de estos extraños microbios. Se trata de
Desulforudis audaxviator, una bacteria descubierta a 3 kilómetros de
profundidad en una mina de oro de Sudáfrica y que parece vivir de la energía
que obtiene de la descomposición radiactiva del uranio. Tal como explicó en
«Science»Dimitra Atri, un astrobiólogo del «Blue Marble Space Institute of
Science» en Seattle (Estados Unidos), este microorganismo amante de la
radiactividad podría ser una prueba de que el espacio está poblado por
microorganismos similares.
Rayos cósmicos
Tal como ha propuesto Atri
en una simulación por odenador, podría ser que la vida hubiera aprendido a
aprovechar una fuente de radiación muy abundante en el espacio. Se trata de los
rayos cósmicos (GCRs, en inglés), una radiación de muy alta energía que se
origina más allá del Sistema Solar, probablemente en explosiones de supernovas
y en núcleos activos de galaxias, o sea, en agujeros negros supermasivos. Lo
interesante es que esta radiación llega a los planetas, y que en aquellos donde
la atmósfera y el campo magnético son débiles, se internan en las profundidades
del subsuelo, donde quizás podrían ser la fuente de energía de extravagantes
formas de vida.
Simulación por ordenador de
una cascada de reacciones nucleares en la atmósfera provocadas por la llegada
de rayos cósmicos
Simulación por ordenador de
una cascada de reacciones nucleares en la atmósfera provocadas por la llegada
de rayos cósmicos
Aunque el término de rayos
cósmicos recuerda al título de una novela de ciencia ficción, en realidad no
tienen nada de ficticios. Actualmente se sabe que bombardean constantemente las
capas más altas de la atmósfera terrestre, y que allí transforman la química de
la ionosfera. Además influyen en la formación de nubes (en la troposfera) y
forman parte de las dosis naturales de radiación a las que están expuestas las
personas y los seres vivos en general.
Extraños alienígenas
Según Dimitra Atri, este
constante flujo de radiación podría ser aprovechado por algún tipo de forma de
vida alienígena, pero solo en planetas con atmósferas más tenues y con campos
magnéticos débiles, puesto que ambos escudos frenan los rayos cósmicos. Así, la
importancia de estos rayos sería mayor en satélites y pequeños mundos como
Plutón, la Luna, Europa, Encélado y un número desconocido de otros cuerpos más
allá del Sistema Solar.
Además, dado que este flujo
de energía es relativamente bajo, y no es comparable a la radiación proveniente
de las estrellas, las formas de vida que alimentaría serían más pequeñas y
simples, y además crecerían más despacio.
Pero Atri no se ha limitado
a lanzar su imaginación al cosmos. En vez de eso, ha usado simulaciones por
ordenador para estimar cuál sería el flujo de energía de los rayos cósmicos en
varios mundos. Y, tal como ha publicado en «Royal Society Interface», en teoría
la energía resultante dentro del subsuelo sería suficiente para alimentar a
pequeñas formas de vida. Por eso, en su opinión, «no puede descartarse que
existieran formas de vida así».
¿Yermos u oasis?
Uno de los lugares más
prometedores para encontrar estas formas de vida basadas en rayos cósmicos
sería Marte, una roca reseca pero que tiene agua en el subsuelo y una abundante
variedad mineral. «Es gracioso, porque cuando buscamos formas de vida
extraterrestres normalmente buscamos lugares con atmósferas gruesas, pero aquí
deberíamos buscar justo lo contrario», ha dicho Atri.
Fotografía de miscroscopio
electrónico de Desulforudis audaxviator
Fotografía de miscroscopio
electrónico de Desulforudis audaxviator- NASA
Tal como ha opinado en
«Science» el astrobiólogo Duncan Forgan, es cierto que las condiciones del
subsuelo en las que vive D. audaxviator pueden ser similares a las de Marte (de
hecho los investigadores trabajan en investigar el subsuelo de la Tierra para
entender cómo sería la vida en Marte y en otros lugares), pero a la vez ha sido
menos optimista que Atri.
El motivo es que aquellos
planetas bombardeados por rayos cósmicos y no calentados por estrellas estarían
en principio tan fríos como para que el hielo dejara a la vida literalmente
congelada. Además, Forgan ha recordado que el flujo de esta radiación puede
alimentar a los seres vivos, pero que en exceso puede ser letal: La radiación
de alta energía es capaz de dañar el material genético de los microbios y
acabar con su existencia.
Pero quizás el subsuelo,
donde la actividad interior de los planetas podría elevar las temperaturas y
fundir el agua, podría ser el hogar perfecto para que estos rayos alimentaran
la vida. Después del descubrimiento de indicios de un océano en Europa, y de
evidencias de que Encélado, Titán y Marte son planetas potencialmente
habitables, extender la búsqueda de vida aún más allá, a los planetas
bombardeados por rayos cósmicos, promete con ampliar aún más los horizontes de
la imaginación. ¿Cómo será la vida extraterrestre?
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