Las
personas mayores que se mantienen físicamente activas pueden protegerse
de los daños que ocurren en pequeñas áreas del cerebro con la edad y que, de otra forma, podrían afectar
su capacidad de movimiento, según un estudio publicado Neurology, la revista de
la Academia Americana de Neurología.
Muchas
personas mayores tienen pequeñas áreas brillantes en la
materia blanca del cerebro, que se observan con resonancia
magnética (RM). La presencia en la RM de una pequeña cantidad de esos focos
puntiformes hiperintensos en la sustancia blanca cerebral es un hallazgo muy
habitual y, en una gran parte de casos, se puede considerar intrascendente. Sin
embargo, niveles más altos de estas áreas brillantes en la sustancia blanca (el
cableado del cerebro) se han relacionado con problemas de
movimiento, como dificultad para caminar. Curiosamente, este
estudio ha comprobado que las personas más activas físicamente no tenían una
caída de sus habilidades de movimiento, incluso
con altos niveles de daño cerebral.
“Estos resultados subrayan la
importancia de los esfuerzos para fomentar un estilo de vida más activo en las
personas mayores para evitar problemas de movimiento, que es un
importante problema de salud pública”, explica, Debra A. Fleischman, autora del
estudio. Igual que la actividad intelectual puede crear una reserva
cognitiva que protege del posible deterioro asociado a la edad, los autores
proponen que “la actividad física puede crear también una “reserva motora”
que protege las habilidades de movimiento de los efectos del daño cerebral
relacionado con la edad”
En el estudio participaron 167
personas con una edad promedio de 80 años. Los participantes llevaron monitores
de movimiento en las muñecas durante 11 días para medir su actividad
física. También se les hicieron 11 test de sus habilidades de
movimiento. Mediante resonancia magnética se determinó el volumen de
puntos hiperintensos en la materia blanca del cerebro.
En comparación con los que estaban en
el nivel de actividad media (percentil 50), los que se encontraban en los
niveles de actividad más alta (percentil 90 según los monitores de movimiento,
tenían actividad equivalente a caminar a 4 kilómetros por hora durante 1,5
horas cada día.
Y para ese grupo de mayor actividad
física, la relación entre áreas brillantes en la sustancia blanca y
deficiencias motoras, se rompía. Inclusolos que tenían una mayor cantidad de daño cerebral, medido por los puntos
brillantes en la resonancia, mantuvieron sus puntuaciones en las pruebas de
movimiento. Sin embargo, los que estaban en el percentil
50, con un nivel medio de actividad, tener una
mayor cantidad de daño cerebral se asoció con puntuaciones significativamente
más bajas en las pruebas de movimiento. El efecto
perjudicial fue aún más fuerte para aquellos con los niveles más bajos de
actividad física.
Los resultados se mantuvieron después
de que los investigadores ajustaran otros factores que podrían afectar a esta
relación, como el índice de masa corporal (IMC), la depresión y la enfermedad
vascular.
En cualquier caso, señalan los
investigadores, el estudio no determina si la actividad física hace que las
personas conserven sus habilidades de movimiento; sólo muestra la
asociación entre actividad física y mejores habilidades de movimiento, incluso
con signos de daño cerebral, que en personas menos activas se asocian a
dificultades de movimiento. De ahí que piensen que el ejercicio continuado
puede crear una especie de “reserva motora”.
En un estudio previo, Fleischman
había demostrado que la actividad física y la fuerza de las piernas son
predictores relativamente independientes de la disminución de movilidad en las personas mayores.
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