POR PILAR QUIJADA EN ABC
Somos conscientes de que los factores de riesgo tradicionales para el
accidente cerebrovascular son la presión arterial alta, el colesterol, la
diabetes y el tabaquismo. Sin embargo, solemos pasar por alto la
posibilidad de que el aire que respiramos a diario pueda suponer también un
riesgo de accidente cerebrovascular significativo. Es una llamada de
atención de Jeffrey S. Berger, de la Universidad de Nueva York, que ha
participado en un estudio que relaciona la contaminación del aire respirado con
el estrechamiento peligroso de las arterias del cuello, que tiene lugar antes
de los accidentes cerebrovasculares.
El estudio se ha presentado en la 64ª Sesión Científica Anual de
Cardiología americana y se publica en la revista de la Asociación
Americana de Cardiología. Los científicos analizaron los registros de pruebas
médicas de más de 300.000 personas que viven en Nueva York, Nueva Jersey o
Connecticut. Y encontraron que las personas que viven en los códigos
postales con los más altos niveles medios de contaminación de partículas finas
eran significativamente más propensos a mostrar signos de estrechamiento
(estenosis) de las arterias carótidas internas, en comparación con los que
viven en los códigos postales con niveles mínimos de contaminación.
Las partículas finas contaminantes, también llamados “PM
2,5″ tienendiámetros inferiores a 2,5 milésimas de milímetro, 100 veces más
delgadas que un cabello humano, y en su mayoría son subproductos
de motoresde combustión y la quema de madera. Desde hace tiempo están bajo
sospecha por su pequeño tamaño las hace “respirables” y que se puedan acumular
en el sistema respiratorio. Su tamaño hace que sean 100% respirables,
penetrando en el aparato respiratorio y depositándose en los alvéolos
pulmonares, incluso pueden llegar al torrente sanguíneo. Además estas
partículas de menor tamaño están compuestas por elementos que son más tóxicos
(como metales pesados y compuestos orgánicos) que los que componen, en general,
las partículas contaminantes más grandes, como las PM10.
Las PM2,5 Se han asociado, cada vez con mayor consistencia científica,
connumerosos efectos negativos sobre la salud, como el aumento de las
enfermedades respiratorias y la disminución del funcionamiento pulmonar. Los
grupos más sensibles –niños, ancianos y personas con padecimientos
respiratorios y cardiacos– corren más riesgo de padecer los efectos negativos
de este contaminante, según un informe de
Ecologistas en Acción.
Desde la década de 1950, señalan los investigadores estadounidenses, los
episodios de alta contaminación atmosférica pueden asociarse a incrementos
temporales en ataque cardiaco. Y los estudios más recientes han
relacionado el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular a la
exposición a la contaminación a largo plazo, incluidas las partículas PM
2,5.
“La mayoría de los estudios en esta área se han centrado en el corazón y
las arterias coronarias. Nadie ha mirado a otras partes del sistema vascular,
en particular, las arterias carótidas,” destaca otro de los investigadores.
Aporte sanguíneo al cerebro
Las dos arterias carótidas internas están situadas a
ambos lados del cuello y proporcionan la mayor parte del suministro de sangre
al cerebro. Losictus a menudo se producen cuando la
placa acumulada se desprende de una sección estrechada de la arteriacarótida
y bloquea los vasos bloques más pequeños en el cerebro.
En el estudio, los datos del estrechamiento de carótida se obtuvieron de
las pruebas de ultrasonido Doppler, el método de imagen más utilizado, en
307.444 residentes en los tres estados mencionados entre 2003-2008. Las
personas con enfermedad de la arteria carótida conocida en el momento de la
prueba de ultrasonido fueron excluidos del conjunto de datos. Los datos de
contaminación para el período provinieron de la Agencia de Protección
Ambiental.
Los análisis mostraron que quienes vivían en los distritos más
contaminados en los tres estados para las partículas PM 2,5, eran un
24% más propensos al estrechamiento de la arteria carótida interna,
definido como una reducción de la luz de la arteria al menos a la mitad.
Para las personas en buen estado de salud, el nivel de contaminación del
aire probablemente no representa un riesgo significativo. Pero para las
personas muy jóvenes, de edad avanzada o con otros problemas médicos, la
contaminación del aire sí podría ser una fuente importante de riesgo de
enfermedad cardiovascular, alertan los autores, que indican que este riesgo es
otro motivo más para controlar estrechamente los niveles de contaminación.
Los resultados también apuntan a la contaminación del aire como un
factor potencial que podría ayudar a explicar por qué algunas personas, como
las que tienen diabetes, parecen ser más susceptibles a los problemas
cardiovasculares que otros. De ahí que recomienden que las personas con otros
factores de riesgo cardiovascular sería prudente que limitaran la cantidad de
tiempo que pasan al aire libre en los días con niveles de contaminación del
aire altos.
Los investigadores aclaran que al tratarse de un estudio poblacional fue
un estudio de la población no se puede establecer una relación causa-efecto,
“pero ciertamente sugiere la hipótesis de que la reducción de los
niveles de contaminación reduciría la incidencia de estenosis
de la arteria carótida y accidente cerebrovascular“.
Los científicos aún no están seguros de cómo la contaminación del aire
contribuye a la enfermedad vascular. Los estudios han indicado que podría
hacerlo, en parte, al provocar cambios químicos adversos en el colesterol de la
sangre, mediante la promoción de la inflamación, y haciendo a las plaquetas
sanguíneas más propensas a formar coágulos.
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